viernes, 11 de marzo de 2011

¿Por quién no doblan las campanas?

Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti. 
John Donne, Devotions Upon Emergent Occasions

Ernest Hemingway tenía muchas habilidades, desde chico fue precoz, audaz y de inclinaciones artísticas; no obstante, Luis Villoro en el Prólogo a ¿Por quién doblan las campanas? (For Whom the Bell Tolls), lo retrata como “un experto en caza mayor, un consumidor récord de whisky y un aficionado a los deportes sanguinarios, que sólo escribía cuando una tarde de lluvia le impedía ir a los toros”. Paradójicamente, reconocemos en su novela sobre la Guerra Civil y cuyo título fuese inspirado por John Donne, autor de la cita que abre este artículo y que fuese un poeta inglés metafísico del siglo XVI, una sinceridad a veces conmovedora, como lo define el propio Villoro, para luego agregar: “Hemingway pretende hacer de la escritura una actividad física que transmita un “golpe” y deje a la vez una sensación de cansancio y vacío”.   

Ernest Hemingway revisó sus notas sobre la guerra y en 17 meses las hizo sonar en ¿Por quién doblan las campanas?, al año siguiente de su participación en la guerra, es decir, en 1940. Trece años más tarde, en 1953, escribe su monumental El viejo y el mar, por la que recibiría el Premio Pulitzer y más tarde, el Nobel.
En la actualidad, la situación que viven los viejos pueblos que describiera Heminway en su participación como corresponsal en la Guerra Civil Española, así como tantos otros escritores, es alarmante. No sólo en España sino en casi toda Europa.
Existe una guía de los pueblos más bonitos de España; en El Mundo se publicaron los 30 considerados los mejores. Por otra parte, hay listas de los pueblos abandonados. Los bonitos van de Albarracín, en Teruel –considerado como el mejor–, hasta bellos remansos en Girona como: Besalú, de origen íbero y celta; o Cadaqués, tierra amada por Dalí; o la esplendorosa Peratallada, en el Baix Empordá. En los abandonados hay hasta una lápida y acta de defunción que ostenta la declaración legal de la muerte del pueblo Santibáñez de Montes, en León.

Entre los más bonitos hay pueblos de Salamanca, Asturias, Huesca, Cádiz y muchos más y entre los abandonados los hay por todo el territorio español y la cifra asciende a más de 2,600. Hay, además, un foro: pueblosabandonados.es

Ha llamado mi atención encontrar un artículo titulado: “Spanish ghost town buys new residents”.  En él se explica que casi el 90 por ciento de la Unión Europea está considerada área rural pero que sólo la mitad de esta población vive en esas áreas.
La Voz de Galicia, publicó un artículo con el sugerente título “Aldeas a precio de un pisito”, caseríos puestos a la venta en los municipios de Ourol y Muras, en Lugo, y A Capella, en La Coruña. Muchas de las viviendas que se ofrecen tienen conexión eléctrica y hasta televisión. En el pueblo Retortillo de Soria, la alcaldesa ofrecía casa y hasta trabajo.
¿Qué ha pasado? ¿No hay gente que pueble esas comarcas? ¿Se ha exterminado la humanidad? No, se ha transferido. Así como un cheque bancario o como un depósito vía on-line, la gente que poblaba esos deliciosos y añejos lugares ha emigrado, se ha ido como las aves y no precisamente al sur sino al oriente, poniente, norte; es decir, a buscar el bullicio de la ciudad, rascacielos, tiendas departamentales, un Corte Inglés cercano –intentar vivir con un sueldo inferior a los 800 euros al mes–, un par de tiendas Zara –pagar más de 500 euros por un piso oscuro y a veces maloliente–, una tienda Mango o un novedoso H & M –consumirse entre los costos del pasajes y supermercados– bares, clubes nocturnos. Las grandes ciudades del mundo europeo se dan cita con la comida rápida, los cines, los teatros y algunas otras veleidades.
Torrecilla del Ducado, Guadalajara, es un pueblo abandonado. Era parte del ducado de Medinaceli fundado en 1479. Tiene una gran historia. En la actualidad de ella se dice: Habitantes: 0.
Existe una Guía de los pueblos abandonados del Pirineo catalán, con lujo de detalles, así como con seguridad existirán guías en otros lugares de España y en otros países.
Hemingway, quien viviera 20 años en La Habana –yo he visitado su casa llamada “Finca Vigía” – , ahora se entristecería al saber que los pueblos por los que escribió, con sus campanas y campanarios, con sus iglesias, están desolados. Esas callejuelas ensombrecidas por la guerra, que luego resurgieran y florecieran, ahora no tienen niños, ancianos, hombres ni mujeres, solamente campanas que doblan por nadie.
 Ghost town? Retortillo de Soria.  Photo Jonay Perez Matos

Susana Arroyo-Furphy  
Publicado en Hontanar

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