Violencia, muerte, desastre… la tristeza de la actualidad.
Algo está pasando en nuestra sociedad. Antes se hablaba de la decadencia del fin de siglo. No estamos en el fin del siglo. Antes había una suerte de esperanza; ahora no la hay. Nos encontramos en una situación que en retórica se llama lítote, que es una figura retórica, relacionada con la ironía y el eufemismo, mediante la cual se afirma algo, disminuyendo (atenuando) o negando lo que se dice. Por lo tanto estamos inmersos en la negación de lo que se dice: vamos por buen camino, seguimos adelante, las cosas mejoran. Todo eso es tan incierto como inverosímil.
La realidad es que el mundo está sufriendo tanto los repliegues del cambio climático, oleadas de desesperación: tsunamis, terremotos, inundaciones; como las implacables e interminables guerras en el Medio Oriente, los desesperantes gritos de libertad en África, los embates clandestinos en México, Centro y Sudamérica; así como el colapso del “Gigante del norte”, es decir el derrumbe de la hegemonía norteamericana, las interrogantes constantes y zozobra de Europa, así como la imposibilidad de lograr un estado de derecho en los países que se autoproclamaban libres, soberanos y democráticos.
Quisiera ser optimista y blandir la bandera de la paz y el amor, regresar el tiempo a los años 60 y 70 cuando los jóvenes creían (creíamos) que era fácil conquistar el mundo. Curiosamente o mejor dicho tristemente esos jóvenes de los años 60 y 70 son ahora los dirigentes de un mundo caduco y mal mirado (en lítote o ironía al poema de Sor Juana: “un afán caduco y bien mirado”). Sin embargo, continuando con el maravilloso poema de la monja virreinal, podemos concluir: “es cadáver, es polvo, es sombra, es nada”. Pues por si todo lo anteriormente enumerado no fuera poco, tenemos a un hombre perverso, diabólico, ensañado con el mundo, loco, monstruoso e infame que aniquila a casi un centenar de jóvenes en una isla en la remota Noruega. Un asesino, cuyo nombre preferiría no mencionar pero que se hace llamar Anders Behring Breivik, sin más razón que su locura, ha tomado el arma asesina y ha disparado sobre decenas de adolescentes, inocentes; al tiempo de proclamarse contra el islam, el marxismo y el multiculturalismo.
El mundo entero está de luto.
Anders no solamente asesinó a 92 personas, ha aniquilado la esperanza en la humanidad. Esto es el vivo retrato de la infelicidad y la desgracia. La declaración de Breivik sentenció que las muertes fueron "atroces pero necesarias". Y pensábamos que nos habíamos deshecho del nazismo.
¿No fue acaso durante la “administración” Bush que nos deshicimos de Saddam Hussein por sus múltiples crímenes a la humanidad? ¿Acaso no estábamos libres de tanto pecado? Éstas y muchas interrogantes se suman a las de cada lector, cada hombre y mujer cabal, con sentido común, con sentido moral, ¡con amor a la vida!