Hace muchos años un colega me dijo que las chicas con minifalda –eso fue realmente hace muchos años, cuando la minifalda estaba en su apogeo– las hacía más deseables a los ojos de los hombres y más vulnerables. Yo no entendí o no quise entender o no me importó el anatema hasta que, al paso inexorable del tiempo, he constatado la maledicencia.