¿Inmigrante o extranjero?
Susana Arroyo-Furphy
En mi más reciente viaje a Barcelona, una de las ciudades más bellas del mundo, tuve la oportunidad de observar a la gente que me rodeaba. Una de las calles más bellas y populosas llamada Paseo de Gracia es un verdadero mosaico de olores, colores, sabores y ruido. Sí, últimamente he notado bastante ruido en esa majestuosa avenida. La gente se atropella, llevan perros, niños, ancianos, gente a la moda y a la no-moda, gente de todos colores… eso fue lo que llamó mi atención: el color de la gente.
Recuerdo que hace más de 30 años conocí a un joven negro. En México, mi país natal, casi no hay negros pues la población es mayoritariamente mestiza, es decir, somos el resultado de una mezcla muy curiosa entre indígenas y españoles. Hacia el siglo 16 (o XVI) se consideraban castas y como dato curioso Sor Juana Inés de la Cruz, la Décima Musa, poeta novohispana, quien fuese una monja perteneciente a la orden jerónima, efectúa el recuento de hasta 16 castas, llamadas así por las diferencias entre los colores de la piel de la gente que habitaba la Nueva España, virreinato perteneciente a España, claro que también se trataba de una diferenciación social y económica.
Decía que de manera casual conocí a un joven negro y su frecuente visita a casa despertó la curiosidad de muchos.
Somos distintos, ¿por qué negarlo? Basta con salir de la ventanilla de migración en el aeropuerto de casi cualquier país del primer mundo y recibir las miradas y a veces las palabras de los agentes:
-¿Su primera visita a este país?
-¿Viaja sola?
Esas son algunas de las muchas preguntas que nos hacen.
Es por esto que yo me pregunto cuál es la diferencia entre ser “extranjero” y ser “inmigrante”. Como es sabido acudimos a la ya famosa RAE, la cual en su 22a. edición del diccionario on-line, señala:
extranjero, ra. (Del fr. ant. estrangier).
1. adj. Que es o viene de país de otra soberanía.
2. adj. Natural de una nación con respecto a los naturales de cualquier otra. U. m. c. s. 3. m. Toda nación que no es la propia. EL extranjero.
Inmigrante: (Del ant. part. act. de inmigrar)
1. adj. Que inmigra. Apl. a pers., u. m. c. s.
Observo lo siguiente: el orden de búsqueda responde a cuestiones alfabéticas, es decir la “e” se encuentra antes que la “i”; sin embargo, el orden no es solamente alfabético, hay una suerte dre jerarquía entre “extranjero” e “inmigrante”. Veamos. La palabra “extranjero” al definirse apela a “otra soberanía”, es decir nosotros debemos entender que quien es extranjero pertenece a una tal soberanía y ahora se encuentra en otra. En cierto modo nos hallamos entre iguales. En la segunda definición, la RAE nos dice que ese extranjero es natural de una nación y que ahora se encuentra en otra (nación). Nada de lo anterior se ha dicho del inmigrante. La definición de la RAE solamente nos dice que “inmigra”. Al buscar la naturaleza del verbo “inmigrar”, encuentro:
inmigrar. (Del lat. immigrāre).
1. intr. Dicho del natural de un país: Llegar a otro para establecerse en él, especialmente con idea de formar nuevas colonias o domiciliarse en las ya formadas.
2. intr. Dicho de un animal: Instalarse en un territorio distinto del suyo originario.
Si el lector es atento (y yo sé que lo es), podrá entender con claridad de lo que estoy hablando. No se trata de “leer entre líneas”, sino de leer simplemente. La definición de “inmigrar” es clara: se trata de un natural de un país y llega a otro con deseos de agruparse. La RAE llama “colonias” a esas agrupaciones. Luego, define a los animales quienes se instalan en un territorio distinto al suyo originario. Más claro ni el agua.
Pues decía al inicio de mi disertación que yo estaba en una de esas aduanas u oficinas aduanales y veía cómo los agentes o policías se acercaban a personas como yo, es decir a los “no rubios”. Y lo digo en esos términos pues no quisiera formar colonias de mexicanos, como asegura la RAE, o de sudamericanos, o de morenitos, simplemente de “no rubios”.
Pensé y pienso en el joven de piel negra que nos visitaba. Pensé y pienso en el color de mi piel. Hace tiempo escuché a un médico mexicano decir lo siguiente: “Sé que tengo sangre española y sangre indígena, de la primera me avergüenzo y de la segunda estoy orgulloso”. Yo diré que no me siento avergonzada ni de una (mi abuelo era español) ni orgullosa de la otra (mi abuela era una indígena seri ). Pienso que las personas de este mundo hemos nacido en el lugar en el que por verdadero azar hemos sido llevados -por la cigüeña (como me contaba mi abuela)- o por los cromosomas; por el leptoteno, zigoteno, paquiteno, diploteno y diacinesis; así que me han dejado de preocupar las sinapsis y el complejo sinaptonémico. Me he casado con un hombre australiano, mis hijos viven en España y el resto de mi familia vive en México. Yo soy, como diría Mijaíl Baríshnikov, ciudadana del mundo. Y aunque el bairlarín no puede evitar que se le relacione con su origen ruso, de manera similar yo no puedo (ni quiero) evitar parecer mexicana.
Pero la cuestión queda, es diferente ser llamado ¿inmigrante o extranjero…?
2 comentarios:
INMIGRANTE Y EXTRANJEROS: http://yaivi.blogspot.com/2010/12/inmigrante-y-extranjero.html
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