viernes, 10 de diciembre de 2010

The Kids are (quasi) All Right

La canción The Kids are Alright escrita por Pete Townshend de la banda británica The Who y que apareciera en el álbum My Generation en 1965, proporciona el título de la cinta cuasi homónima The Kids are All Right (2010) dirigida por Lisa Cholodenko, quien nos descubriera previas realizaciones, entre ellas: Laurel Canyon, buena muestra del talento de Frances McDormand y High Art en la que expone la intimidad de una fotógrafa, protagonizada por Radha Mitchell.
Una de las mejores y mayores cualidades de la cinta The Kids are All right es la presencia de Annette Bening/Nic, y Julianne Moore/Jules. El tema o la perspectiva de esta cinta podría situarse desde los niños: Mia Wasikowska/Joni, hija de Annette/Nic; y su cuasi hermano Josh Hutcherson/Laser, hijo de Julian/Jules; con lo cual queda demostrada la relación virtual del contenido de la cinta con su nombre. Es de llamar la atención la elección de los nombres de los actores principales, quienes sostienen la trama bajo sus hombros; los nombres, de hecho, son ambivalentes en cuanto a su objeto referencial: femenino/masculino.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Una epifanía

Del mar y sus peligros


Si los riesgos del mar considerara,
ninguno se embarcara; si antes viera
bien su peligro, nadie se atreviera
ni al toro bravo osado provocara.
Sor Juana
En las tinieblas de la noche oscura me hallé a mí misma, sola, desnuda, como en un espejo de mil reflejos de colores pardos. Entretenida y misteriosa mi alma vagaba cual quimera fina, derramada en incontables haces de luz líquida, dulce y dócil. Erré el camino dominado por espantos, duelos y tristezas, una vez y otra cual mínimo pájaro herido de muerte que hubiese surcado cielos, sin advertir sus tiernas alas, aquéllas que no pueden volar tan alto, ah, si los riesgos del mar considerara este triste aprendiz de hombre, de poeta, de sabio.
Aniquilada por el temor de la incertidumbre entendí que mi cuerpo era frágil, cual nívea flor del monte que crece con el viento galopado en su corola; frágil como quien mantiene los pies sumidos en la tierra agreste y se mece al vaivén del huracán. Así como la flor, como el cactus y el nenúfar, ninguno se embarcara; si antes viera, si pudiese decidir, presagiar o reconsiderar la acechanza de los males; y que bien su peligro, nadie se atreviera a intentar, al menos, escapar deslizándose por entre las sombras como si se pudiese esquivar los enigmas de la vida misma, como si se desnudara el alma ni gozosa, ni triunfante, ni al toro bravo osado provocara temor, esplendor divino. Ni ciencia más cierta fuera.

 Susana Arroyo-Furphy