No sé cuántas veces ha sido citada Nictimene en la literatura universal.
Lo que sí sé es que fue un personaje indispensable para la construcción del poema onírico de Sor Juana Inés de la Cruz, el más largo y el más famoso de su obra, el más ambicioso, el más perfecto, el poema "Primero Sueño".
Sor Juana relata un mundo nocturno en su viaje por el mundo, los astros, los seres y las cosas, lo que habita, lo que imagina y, de manera singular y altamente retórica, plasma un mundo mítico dentro de su recuento místico-ascético.
Nictimene es no solamente la vieja lechuza, la que espía, la que bebe el aceite de las lámparas votivas. Nictimene es la diosa egipcia que hacía falta en el panteón griego y romano.
Nictimene es la representación de todas las mujeres adultas, las que se encuentran en una madurez tal que pueden soñarse a sí mismas bebiendo los aceites, espiando, organizando mundos, ordenando a las jóvenes, las Mineidas, lo que deban hacer. Así se cierra el círculo. Así se heredan los bienes y los males.
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