jueves, 20 de agosto de 2009

Sobre el BIFF



Un poco del BIFF
(Brisbane International Film Festival)
Susana Arroyo-Furphy
El antes. Salí de casa a las 8:00 de la mañana dispuesta a dar inicio a la sesión matinal, luego a la vespertina y finalmente a la nocturna. Me refiero al largo periplo que ha implicado para mí este andar fílmico al que me había propuesto asistir desde que recibiera la información del Festival Internacional de Cine de Brisbane. Sin embargo, como vivo a cierta distancia de la ciudad, he de tomar el tren en la terminal para realizar un trayecto de poco más de una hora. Así que he llegado a casa al filo de las 9:00 de la noche.
La venue. Y ahí estaba yo, en el cine “Regent”, viejo monstruo otrora majestuoso y cuya elegancia ha venido a menos. Observo que las pesadas alfombras demandan un cambio inmediato, que los espejos ya casi no reflejan a quien en ellos se miran y que las escalerillas de mármol se encuentran terriblemente sucias y empobrecidas. Es una pena. Pero lo que más tristeza me ha dado es percibir permanentemente ese olor a rancio y orín por todas partes. Los aseos han dejado de hacer gala del nombre conferido. Las puertas de los inodoros se están cayendo y la limpieza en general del lugar deja mucho que desear. Creo que convendría escoger otro lugar para tal Festival, el cual se anuncia con fanfarrias como un encuentro de medio planeta, más de un tercio del mundo que participa en producciones fílmicas ampliamente recomendadas. Y así parece ser. Y mientras se presenta el Festival en otra parte, pues a restaurar el cine que desea hacer gala del nombre “Regent”.









La organización. Me llama la atención el numeroso personal que se encuentra caminando por todas partes con uniforme y carné de identidad (así lo define la RAE, sin embargo en México y en algunas partes de Sudamérica se le conoce como gafete o carnet, usamos la palabra original en francés. En inglés se usa badge, que es el nombre que se refiere a la “insignia identificativa” o credencial; se trata normalmente de un cordel que rodea al cuello y deja colgando una mica (o algún otro material) que protege el nombre, datos e identificación de quien lo porta). En fin, con tal cantidad de patrocinadores y con el gran derroche de anuncios publicitarios, personal, etc., estoy segura de que habrá mayor audiencia cuando se traslade el Festival mientras resurge el “Regent”. En general, las funciones han sido para unos cuantos.
La taquilla. Hay una taquilla exclusiva para el Festival y la promoción en general con periódicos ex profeso, revistas y volantes. No se diga el sitio de internet, inmejorable, se pueden hacer compra de entradas y todo funciona a la perfección (salvo las incorrectas instrucciones de reenvío en algunas de las películas que aparecen en el periódico llamado “18th St. George Bank Brisbane International Film Festival”). Hay un equipo muy grande detrás de todo esto (http://www.stgeorgebiff.com.au/Festival/Programme/). Cada película que se proyecta abre con una explicación de un erudito del cine. Alguien, de cuyo nombre me perdí, ha dicho que personalmente recibió la influencia de Jerzy Skolimowski, el director polaco del filme noir “Four nights with Anna”, por cierto, majestuosa cinta. En fin, una pléyade trabajando para tal efecto día y noche.
Lástima del lugar. Para llegar a las salas hay que pasar por una cafetería bastante maloliente y cuya escasa limpieza no invita ni a tomar un café.
El teatro. Las butacas son amplias y cómodas. Puede uno estar sentado unas 8, 10 o 12 horas, según la cantidad de películas que desee ver. Y aunque a veces hay que subir y bajar corriendo pues hay un cierto desfase entre una cinta y otra, generalmente no se pierde uno del principio del filme.
Los cortometrajes. Han llamado mi atención particularmente dos cortometrajes, uno de Islandia: “2 Birds”, en el que se da una relación pasmosa entre dos adolescentes. El espectador se siente ofendido con la violación de la chica quien previamente fue drogada y la monstruosa cercanía del hombre, al lado de ellos, masturbándose. Se trata de un drama actual de cualquier sociedad, es el resultado de la (in)civilización; el reflejo de la miseria humana en su más degradado nivel.
El otro, quizá el mejor que he visto hasta este momento. Impregnado de lirismo, narra una historia sencilla y dramática condensada artísticamente. Un anciano en apariencia vagabundo recoge objetos cuyo ruido, al frotarlos o moverlos, le ayudará a contar a su nieta ciega algunos fragmentos de Mowgli, el personaje de “El libro de la selva” de Rudyard Kipling. Sencillamente esplendoroso. El título original es “La Deuxième vie du sucrier”. Magnífico.
Las películas. El extenso e intenso programa procura para el espectador toda la variedad imaginada. Desde el homenaje a la actriz francesa Jeanne Moreau con cuatro de sus filmes, uno de ellos al lado de Brigitte Bardot, hasta cintas de realizadores desconocidos o al menos poco conocidos a lo largo y ancho del orbe. Personalmente, tenía grandes expectativas con algunas películas por la crítica de las mismas y por una de las mejores formas de propaganda: el rumor. Entre ellas, menciono “La teta asustada”, de la cual el lector de este artículo podrá leer el resumen en cualquier lugar, ya sea el sitio del Festival o en Google. Mi comentario es: me decepcionó bastante. No me creí casi nada de lo que ahí sucedía, no le creía a la pianista, ni a la joven protagonista, ni al tío, ni a la papa que al final del filme le es llevada por el jardinero como si hubiese sido el crío que diera a luz. De entre todo, lo menos creíble es que una mujer pueda llevar una papa dentro de ella y que no tenga una fuerte y severa infección, pero no solo eso, a los pocos días de haberse sometido a una cirugía para que le extrajeran la papa, ella carga el cadáver de su madre, muerta mucho tiempo ha. Creo que el talento de Claudia Llosa descansa en Mario.
El secreto del cine, para Christian Metz, “consiste en colocar muchos índices de realidad en las imágenes que, pese a estar enriquecidas de este modo, siguen percibiéndose como tales” (“Ensayos sobre la significación en el cine”). Y entendido así ese secreto, “La teta asustada” no me ha permitido descubrir esas realidades.
“Songs from the Southern Seas” es una extraordinaria película de Kazakhstan-Russia. La cinta puede considerarse un poema, es como una especie de “Odisea”, la “Chanson de Roland” o muy cercana al “Cantar de Mio Cid”. La complicada relación entre dos padres rubios y su hijo moreno se convierte en un problema de magnitudes inmensurables. La forma como se ha resuelto el dilema es sencillamente lúcida y delicada.
El ahora. Hoy, sábado 8 de agosto no podré ir al Festival, pero aún queda un día más para apreciar este nuevo y audaz cine de los diversos países y con directores tan distintos y distantes. Sin embargo, finalmente el cine es cine en todas partes.

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