El cine del Reino Unido de las últimas décadas ha experimentado grandes cambios. Sin embargo, en la actualidad podemos encontrar una tendencia a la ironía, la sátira, la malevolencia, como características del clásico cine anglosajón; recordemos a Sir Alfred Hitchock, Sir Lawrence Olivier, Sir Sean Connery, Sir Michael Caine; y entre las damas: Dame Hellen Mirren, Dame Judi Dench, Dame Maggie Smith, Vanessa Redgrave, Charlotte Rampling, por mencionar algunos de los más sobresalientes.
Con directores y actores, músicos, editores, adaptadores y personal que colabora en hacer una película, se continúa exaltando la tradición cultural del cine inglés, así como el cine anglosajón. En este artículo me he centrado en el cine inglés y su herencia anglosajona en los países de Australia y Nueva Zelanda, como un marco general y particularmente en la cinta inglesa Wild Target, de Jonathan Lynn (2010).
El cine inglés y sus sucesores australianos y neozelandeses poseen una característica innegable denominada: “flema”. El ser “flemático” ha sido durante años propio de los anglosajones. Hay varias definiciones de la palabra “flema”, yo me quedo con uno de sus sinónimos: imperturbabilidad.
“Elementary dear Mr. Watson”, diría Sir Arthur Conan Doyle en su aclamado Sherlock Holmes, del que se dice por cierto que esa frase nunca aparece inscrita en obra alguna del autor sobre Holmes; o, como aparece en The House of the Baskervilles: “Me temo, querido Watson, que la mayoría de sus conclusiones son erróneas”, todo esto imaginemos que ha sido dicho con una hermosa pipa en la mano, con la media capa que solía usar el inspector Holmes, con su distintivo sombrero y con esa imperturbabilidad que hiciera famosos a los ingleses.
A lo largo de mi vida en Australia he encontrado esa cierta tendencia a la imperturbabilidad en muchas películas australianas, prueba de ello es la excelente Gettin’ square con el imperturbable Sam Worthington, el actual “avatar”. Una acertada definición del argumento de la película, dice: “Gettin' Square is about starting over, keeping clean and going straight”. Hugo Weaving es otro ejemplo en su magistral caracterización del padre degradado en Last ride (2009), cinta dirigida por Glendyn Ivin, con la espléndida fotografía de Jack Hutchings del asombroso Lago Eyre en el centro de Australia.
Una comedia de escasas pretensiones pero con gran dosis de la “flema” anglosajona (la palabra no es agradable pero no quiero exagerar empleando con frecuencia el término imperturbabilidad, que aunque feliz puede ser fastidioso); y con ese cáustico, mordaz, sentido del humor de auténtica herencia anglosajona, es la estupenda cinta My Year Without Sex (2009), de la australiana Sarah Watt. Natalie / Sacha Horler, sufre un grave problema de aneurisma, se le practica una difícil operación de la cual logra salvar la vida y para poder recuperarse el médico le explica que debe evitar actividades extenuantes inclusive estornudar o tener sexo. El problema se convierte en algo a lo que no se le debe dar importancia. Es algo con lo que hay que vivir. Espléndida e imperturbable Sacha Horler en el papel de una mujer coherente con su mundo, al lado del también imperturbable Matt Day. En esa película se encuentra ilustrada de manera vívida la aparentemente simple expresión inglesa: “move on”.
Sacha Horler y Matt Day
Por fortuna hay varios ejemplos. De esta especial característica son poseedores Sam Neil, grandiosa su actuación en El piano al lado del Harvey Keithel y Holly Hunter, dirigidos por la neozelandesa Jane Campion (1993); también lo es Russell Crowe –quizá por eso no nos creímos su moderno Robin Hood–, o aun el cada vez más venido a menos Mel Gibson: viejos y gloriosos tiempos los de Mad Max dirigida por el también australiano George Miller, 1979. Algo les sucede a muchos de los grandes actores australianos y neozelandeses al irse a Hollywood y hacer cine sobradamente comercial, como es el caso de Eric Bana quien nos impresionara en Romulus, my father (del australiano Richard Roxburgh, 2008), al lado de la talentosa alemana Franka Potente; o el decidido, audaz y más que flemático, gélido Rey Enrique VIII quien compartiera el amor de las hermosas hermanas Natalie Portman y Scarlett Johansson (The Other Boleyn Girl, de Justin Chadwick, 2008); a Bana lo veremos próximamente con su paisana, la imperturbable Cate Blanchet en Hanna (2011), dirigidos por Joe Wright.
Este espíritu flemático lo encontramos y admiramos en Colin Firth, a quien siempre creo todo. Le creí que era Vermeer en la intensa The girl with a pearl earring, de Peter Weber (2003), fascinado con la angelical belleza de Scarlett Johansson; le creo como enamorado de la gordita Bridget Jones (de la inglesa Sharon Maguire, 2001); y le he creído en su discreto y elegante rol de profesor universitario dignamente dirigido por Tom Ford (A Single Man, 2009).
Otros menos afortunados han apelado a sus cualidades físicas, como es el caso de Hugh Grant a quien difícilmente se le cree tanto la actuación como la imperturbabilidad. Quizá se salva Four Weddings and a Funeral (Mike Newell, 1994), cinta de la que se han hecho comentarios de todo tipo, y en la que se exhibe en toda su belleza la anglo-francesa Kristen Scott Thomas, cuya vibrante actuación en I've Loved You So Long (de Phillipe Claudel, 2008), nos descubrió a una polifacética, audaz, plausible representante de la imperturbabilidad inglesa.
Kristen Scott Thomas
En cuanto a las mujeres además de las citadas anteriormente, la lista es fascinante, quizá comandada por la imperturbabilísima Helen Mirren quien cada vez nos sorprende más, ya fuera en su desganado desnudo en The Cook the Thief His Wife & Her Lover de Peter Greenaway (1989); o por la caracterización siempre impecable de la reina –hasta la mismísima Queen Elizabeth la ha invitado a tomar el té pues reconoce que ambas tienen mucho en común–, en The Queen (2001), magistralmente dirigida por el también inglés Stephen Frears. Qué decir otra reina: Dame Judi Dench, desde su ya clásica cinta Mrs. Brown dirigida por John Madden (1997), hasta la audaz Nine de John Marshall (2009); o la intensa Notes on a Scandal (2006), dirigida por el británico Richard Eyre; toda una joya en la que comparte créditos con la camaleónica Cate Blanchet y el soberbio Bill Nighy, de quien me ocuparé más adelante.
La flema inglesa o anglosajona está presente en la magia de Brenda Blethyn, no podemos olvidar Secretes and Lies de Mike Leigh (1996); Emma Thompson: en todas sus películas; Kate Winslet, en algunas; Nicole Kidman cuando está bien dirigida como por la citada Jane Campion (The Portrait of a Lady, 1996). No hay que olvidar a las clásicas Vivien Leigh, Audrey Hepburn, Julie Christy; las decididamente imperturbables Charlotte Gainsbourg y Helena Bonham Carter; Julie Walters como la imperturbable maestra de ballet en Billy Elliot del inglés Stephen Daldryen (2000), o en su ya clásica Educating Rita (1983) dirigida por Lewis Gilbert, el mismo director de Shirley Valentine (1989), con otra imperturbable: Pauline Collins.
Pauline Collins
Dentro del panorama masculino: Albert Finney, Alan Bates, Peter O’Toole, Richard Burton, Sir Anthony Hopkins en todas sus películas, al igual que Richard Harris –inolvidable en A Man Called Horse, al lado de la también imperturbable australiana Dame Judith Anderson–, Ian McKellen Murray; Peter Sellers siempre, esencial su imperturbable caracterización en Being There (Hal Ashby, 1979); David Niven, Jeremy Irons, Stephen Rea, Clive Owen, Tom Wilkinson en su recordada en The Full Monty (del inglés Peter Cattaneo, 1997), cinta de la cual mencionamos además al imperturbable pero sonriente Robert Carlyle. Nigel Hawthorne, particularmente en The Madness of King George (de Nicholas Hytner, 1994), excelente cinta con la soberbia e imperturbable Helen Mirren; Tim Roth, Kenneth Branagh, Rupert Everett, Ewan McGregor desde su participación en Trainspotting de 1996 –cinta del inglés Danny Boyle, quien lograra despertar esa tintineante imperturbabilidad en el indoinglés Dev Patel en la cinta Slumdog Millionaire, 2008–, hasta una de las más recientes como amante de Jim Carrey en I Love You Phillip Morris (Glenn Ficarra, John Requa, 2009).
Ahora quisiera dar paso a este actor que me ha cautivado. Fascinante fue su interpretación como marido fiel y valiente de la escurridiza Blanchet en la ya nombrada Notes on Scandal. Bill Nighy, quien desempeña el papel de asesino a sueldo en una apología a la cualidad de imperturbabilidad, herencia altamente británica es el actor principal de Wild Target. Heredero de la “flema” británica, siempre impecable. Dirigido por Jonathan Lynn quien con buen tino ha dejado al actor ser como es él mismo: tímido pero audaz, cínico-ingenuo, mordaz pero temperado, distinguido y nítido, prolijo al extremo, impecable, en fin, una excelente muestra de civilidad y cuidado, dignos atributos de un auténtico imperturbable asesino a sueldo.
Bill Bighy, Emily Blunt y Rupert Grint
Conocemos la trayectoria de esta gran actriz, desde su encomiable Irresistible (2006) al lado del “casi” imperturbable Sam Neil y Susan Sarandon, dirigidos por la australiana Ann Turner; reconocimos su magnífica representación, quizá la actuación más valiosa de la cinta The Devil Wears Prada (David Frankel, 2006); y frente a cuya belleza casi irresistible Steve Carroll se decidirá finalmente por la experimentada Juliette Binoche en la cinta indi de Peter Hedges, Dan in the Real Life (2007); luego, nos ha sorprendido aún más en Sunshine Cleaning de la neozelandesa Christine Jeffs (2008) al lado de Amy Adams, de quien la Blunt con gran humildad dijera que era una gran oportunidad trabajar al lado de ella; todo esto para culminar con la joya The Young Victoria (2009) cuyo príncipe Alberto no podía ser nadie mejor que el imperturbable Rupert Friend y teniendo de coestelar a otro gran imperturbable: Paul Bettany, dirigidos por el canadiense Jean-Marc Vallée. Así, como casi sin querer, en delicado postre nos deja esta reciente prueba como compañera de andanzas de un locuaz, divertido, ensimismado, controvertido e imperturbable Bill Nighy, a quien solo la Blunt podrá manejar con pundonor, alegría e imperturbabilidad. Hay muchas “grandes” actrices que deberían ver a la Blunt en acción y aprender que no basta ser bella –en lo cual no tiene ningún reparo– hay que ser inteligente, talentosa, inquieta, decidida, natural, mordaz… e imperturbable.
La pareja, y esto es para incrementar la emoción, cuenta con un vivaz pelirrojo, un “patiño” como decimos en México, un tercero salido de la nada, que mantiene el pulso de las secuencias narrativas y distrae al expectador de cuando en cuando en graciosas y bien logradas escenas: el joven inglés Rupert Grint.
Pierre Salvatori, quien dirigiera la cinta Après Vous (2003), con Daniel Auteil y Sandrine Kiberlain, además de haber sido escritor y director de la deliciosa Priceless con la bella Audrey Tatou (2006), es el co-escritor al lado de la inglesa Lucinda Coxon, de esta excelente Wild Target. La música es del experimentado Michael Price; magnífica la cinematografía de David Johnson que nos hace participar en el escape constante y decidido de los tres estelares.
Si usted quiere ver un nuevo cine inglés, con gran sabor, color, alegría, espontaneidad, buenas maneras al comer o al matar y además disfrutar las hazañas del trío Nighy, Blunt y Grint y gozar de la frescura del cine clásico inglés, vea Wild Target.
Algo hay en el ambiente del cine actual anglosajón, ¿será lo imperturbable?
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