Me ha llamado
la atención la gran cantidad de películas en las que el tema de la gastronomía se
encuentra presente, además de los numerosos programas en los que cocinar forma
parte indiscutible de la vida diaria televisada. De pronto los
cocineros y sus vidas se han presentado como fundamentales –¡ya era hora! – en
la cinematografía. Y digo que esto ha ocurrido en fechas recientes pues ni a
los franceses ni a los italianos –los menciono por su excelente cocina– se les
había ocurrido utilizar el tema y explotarlo o comercializarlo en serie, como
lo hacen ahora –desde luego, ¡cómo iban a quedarse atrás!– los norteamericanos.
Hace varios años tuve la oportunidad de encontrarme en el estreno de una
película que ha marcado un hito en la historia del cine y además en la historia
de la temática culinaria en la filmografía. Se trata de la cinta danesa Babette’s Feast dirigida impecablemente
por Gabriel Axel. Vuelo en el tiempo y me sobrecoge la idea: han pasado ya 23
años. Llamada en español El festín de
Babette esta película ha rebasado la mayoría de edad así como la cualidad
de ser pionera en su especie y en la temática; ya que a partir de entonces se
han filmado numerosas producciones con el tema del chef y un poco de cocina por aquí y por allá.
Ha desfilado ante nuestros ojos un variopinto alud de cocineros y cocineras
de distintas nacionalidades, algunos han sido bastante creíbles, sinceros y
cuidadosos. Otros torpes o ciegos, tanto que el uso de los “dobles” ha sido
reconocido hasta por los más ingenuos espectadores.
La espléndida Stéphane Audran, Babette, logró convencernos de la magia que
hay en la cocina, la delicadeza y el cuidado en la selección de los alimentos e
ingredientes y en la negación al protagonismo absurdo del que han abusado los
incipientes directores. Babette no solamente cocinaba: cultivaba los paladares
de los comensales; Babette era ingenua pero sabia, simple pero sofisticada; en
fin, era la cocinera que todos quisiéramos tener o la que –a quienes nos gusta
cocinar– desearíamos parecernos. Babette era simplemente esplendorosa.
Comparar a Babette con… Catherine Zeta-Jones es como comparar un platillo
preparado durante varias horas con una sopa Campbell’s.
La historia de la cinematografía ha tenido un antes y un después a partir
de Babette’s Feast. Así que poco se
podría decir de las películas de cocineros. Sin embargo, me detengo a comentar
algunas.
Una de mis preferidas: Mostly Martha
(2001), la cinta original, alemana, con la impecable Martina Gedeck y el
carismático Sergio Castellito (¡habría jurado que habla alemán!), dirigidos por
Sandra Nettelbeck, es una deliciosa comedia. Otra más: Eat Drink Man Woman (1994) de
Ang Lee; una película ya clásica es la japonesa Tampopo (1985), de Jûzô Itami. También han sido cuidadosas muestras
del buen comer: The Scent of Green Papaya
(1993), título original Mùi du du xanh,
de Anh Hung Tran; Chocolat (2000) del
sueco Lasse Hallström; otra más: Ratatouille
(2007), de Brad Bird, Jan Pinkava que es sencillamente fascinante. No puede uno
llegar a casa y no correr al libro de cocina para preparar ese delicado platillo.
Meryl Streep se hizo panadera en It’s
Complicated (2009) de Nancy Meyers. Graciosas actuaciones de todas las Bridesmaids (2011) de Paul Feig, en la
que la ocurrente y talentosa Kristen Wiig casi nos convence de su talento para
hace pasteles.
A Touch of Spice (2003) de Tassos Boulmetis, cuyo título original es Politiki kouzina, se conoce también como
Un toque de canela, es una bien
lograda comedia llena de olores y sabores griegos y turcos. Fuera de carta (2008) de Nacho G.
Velilla, traducida al inglés como Chef's
Special, con un gracioso Javier Cámara y una exuberante Lola Dueñas, en la
que se descubren las desgracias y las peripecias de un restaurantero por
obtener una estrella Michelin; Tapas
(2005) de José Corbacho y Juan Cruz, en la que aparecen otras caras de la bella
Barcelona, con un simpático Alberto Jo Lee, un actor secundario que hace las
delicias de la cocina y en la pantalla.
Delicatessen (1991) de Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet es una sublime pieza de arte
surrealista donde se intercambia la comida como moneda de cambio, todo con un
brillante reparto.
Un vibrante Matthew Goode –¿lo recuerdan en Match Point?, ¡excelente! – es chef en un restaurante de la playa Bondi,
en la reciente Burning Man (2011) de Jonathan
Teplitzky, una cinta inteligente aunque lenta y repetitiva, en la que podemos
admirar a la bella Bojana Novakovic, así como ver a una langosta a punto de
morir.
Escenas que destacan por sus representaciones en la cocina o de arte
culinario: desde luego: La Grande Bouffe
(1973) de Marco Ferreri con Ugo Tognazzi y Marcello Mastroianni donde la
glotonería es una forma de vivir; Woman
of the Year (1942) de George Stevens, con Katherine Hepburn y Spencer
Tracy; Nine 1/2 Weeks (1986) de Adrian
Lyne, indiscutible y altamente erótica con aquellos cubos de hielo sobre el
abdomen de la bella Kim Basinger y el entonces apuesto Mickey Rourke.
Indiscutible la mexicana Como agua para
chocolate (1992) traducida al inglés como Like Water for Chocolate de Alfonso Arau, cinta que se basa en el
libro de Laura Esquivel, el cual se encuentra salpicado de recetas antiguas. Escenas
espeluznantes en The Cook the Thief His
Wife & Her Lover (1989) de Peter Greenaway con una excéntrica Helen
Mirren.
Y para concluir: The Last Supper
(1995) de Stacy Title, con la encantadora y siempre audaz Cameron Diaz, en la
que el invitado come, bebe, cava su propia tumba y muere.
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